Seguro que a muchos os parecerá una "moñada" el título de este post, pero para aquellos que habéis vencido el impulso inicial y habéis seguido leyendo, estamos realmente convencidos de que os puede resultar de utilidad.
A menudo, ya sea por causa de la timidez o por querer dar una imagen de seriedad y profesionalidad, intentamos borrar la sonrisa de nuestra cara cuando hacemos negocios. Pues bien, esto es un gran error.
La sonrisa, siempre y cuando no sea evidentemente forzada (en cuyo caso transmitirá una sensación de falsedad e hipocresía) transmite a nuestro interlocutor una sensación de familiaridad y confianza, y le predispone a hacer negocios con nosotros, ya que le pareceremos personas "de fiar".
Si no lo creéis, pensad en vuestra propia reacción cuando entráis en una tienda si el dependiente os saluda sonriendo o si pasa de vosotros y ni siquiera os mira ¿quién os predispone más a pedir más información sobre algún producto, precios, tallas, etc.?
Cuando hacemos negocios pasa exactamente lo mismo. En una negociación es esencial que ambas partes busquen el punto en el que las dos salen ganando, y para ello es indispensable conseguir un mínimo de confianza en nuestro interlocutor, o de lo contrario éste se cerrará en banda, se pondrá a la defensiva y la negociación se verá abocada al fracaso.
En contra de lo que se pueda pensar, también es importante sonreír cuando hablamos por teléfono. Nuestra sonrisa será sin duda percibida por la persona que esté al otro lado de la línea y conseguiremos que se sienta cómoda en la conversación, lo que trasladado a una llamada de negocios será siempre beneficioso para nosotros.
La sonrisa es un arma muy poderosa al alcance de todos; no dejemos de utilizarla.
Esperamos que os haya merecido la pena leer hasta el final
¡¡Nos vemos!!